domingo, 18 de marzo de 2012

LA ARGENTINIDAD QUE DESTRUYEN ALGUNOS MEDIOS

Un aviso de difusión del programa de María Laura Santillán, publicado este domingo 18 de marzo del 2012, en el diario La Nación, nos hizo saltar la térmica. ¿Somos víctimas por ser argentinos? Por qué somos "dobles víctimas"? Por ser víctimas de la inseguridad y encima ser argentinos?
Tenebroso mensaje, oscuro mensaje, surge de este aviso que no es más ni menos que el pensamiento del grupo Clarín, por lo que se ve en sus canales y cómo sus periodistas o conductores manejan la información.
Nos parece más que grave que se publicite un programa con un título que da a pensar que ser argentinos es ya una condición de víctima. Es cuanto menos una frase irresponsable, como tantas que surgen del grupo mediático.
Y basta con remitirse a sucesos trágicos del exterior para darse cuenta de que, si bien hay mucho que hacer en la Argentina, locos sueltos antisociales hay en todas partes del mundo, trenes que chocan y matan pibes e inocentes lamentablemente son episodios comunes, como el de la semana pasada en Suiza, hace tres semanas en Once, o bien el loco que sacó un arma y mató a inocentes en Oslo y cercanías.´En todo caso, habría que preguntarse cómo bajar los decibeles de la violencia mundial y no señalar que somos "doblemente víctimas" por, presuntamente, ser argentinos, por haber nacido en este país.
Esto marca una "desargentinización" pavorosa, una falta de respeto por todos los que nacimos en este país, por todos los que no pensamos como el grupo ni tampoco somos oficialistas, por los que somos argentinos y pensamos con la libertad que nos conseguimos a sangre y fuego hace 32 años.
Pero, el grupo mediático sigue atado a viejas tendencias conservadoras, las peores de las que uno tenga memoria, y no solo sale a ser opositor con sus peores armas sino que, ahora, nos plantea este mensaje de "dobles víctimas", inaceptable, y, en todo caso, con un objetivo espúreo.
Nadie nos exige ser "oficialistas" para ser argentinos, nadie nos exige ser opositores para ser bien vistos. Estamos en un país con alto grado de democracia, falible, perfectible, pero democracia al fin, y estos mensajes son un bochorno para la argentinidad, que nos vemos obligados a señalar porque para eso somos periodistas. Para informar, analizar y no para confundir. El programa trató de por qué se es doble victima, primero el accidente, luego los "caranchos" y otros que lucran con el dolor. Pero no estamos analizando el programa sino la publicidad con que se difundió. Y el mensaje de este aviso no es claro, dada la posición del grupo mediático respecto del gobierno, con o sin razón, y el "golpe de efecto" es lograr que pensemos como lo estamos haciendo una gran mayoría: que somos dobles víctimas por sufrir un accidente y luego por estar en el país que estamos con un gobierno que el grupo detesta, al menos en su fachada. Atacamos el "golpe de efecto". El programa desarrolló lo que quiso, no sin poner en tela de juicio falencias que existen aquí y en el mundo entero. Pero el programa en sí es harina de otro costal. El grupo logró poner en duda la argentinidad, por decirlo con una sola palabra, al publicar un aviso con título intrigante y siguiendo la línea opositora a ultranza que lo caracteriza. Lucran con el dolor ajeno, promocionan sus contenidos con falacias y a sabiendas. Porque en el medio no existen los ingenuos...

NÉLSON CASTRO Y MARCELO LONGOBARDI: EL PERIODISMO QUE NO DEBE SER

Nélson Castro y Marcelo Longobardi, en radio o en televisión, o en ambos medios, demuestran lo que no debe hacer un buen periodista. El primero, doctor en medicina con especialización, don Nelson Castro, da la impresión de tener un mandato que cumplir: atacar, atacar como se pueda al gobierno, desde donde se pueda, a costa de un trabajo supuestamente informativo. O lo hace porque es más papista que el papa o porque le indican. Si no, no se entiende que un profesional de los medios haga preguntas retóricas para que sus interlocutores solo deban responder "sí, tiene razón". Es decir, preguntas con las respuestas implícitas-explícitas. Se dirige a los gobernantes con soberbia, sin respeto, algo que no puede ocurrir en otras partes del mundo. Salvo en el debate de ideas que ni uno ni otro se atreven a dar. No vemos que ocurra lo mismo en señales extranjeras como Fox News opuestas al gobierno de Obama. Todos hacen gala de ser periodistas, de preguntar y repreguntar pero no hacen preguntas retóricas porque sus entrevistados quedan, entonces, sin discurso y no se entiende para qué los invitaron.
Otra muletilla del doctor Castro es decir a quien tiene enfrente que está en las antípodas de su pensamiento, pero igual lo ha invitado, por lo cual quien es su interlocutor debe agradecerle que haya tenido esa deferencia. Todo muy elemental, sin margen para las conclusiones del televidente.
El manual del periodista lo hace cada profesional. Y de eso se trata el arte de preguntar para que el entrevistado responda: no hacer preguntas retoricas, no indicarle lo bueno que somos por cualquier motivo, sino apenas darle una palabra y permitirle explayarse. Sean oficialistas u opositores. El diàlogo que se entabla muchas veces en el programa de TN del doctor Castro no deja ningún saldo positivo porque todos sabemos, o una gran mayoría, a qué apuntan sus reportajes y no entrevistas. Entonces, es pobre el resultado. Es como mirarse al espejo y decir "qué lindo que soy" aunque veamos lo contrario. Es responderse a sí mismo.
En el caso de Marcelo Longobardi, llama la atención su escasez de vocabulario, su muletilla "no es cierto?" y uno se pregunta si, a lo largo de casi 12 años en el aire de las mañanas de Radio 10 no ha habido alguien que le indique que "no es cierto?" le resta credibilidad. No lo dice una vez sino en forma constante. Resulta un discurso entrecortado, con frases que no terminan de ser tales, primero por su falta de vocabulario y segundo por esta debilidad por el "no es cierto?". Los reportajes pierden sustancia, no hay nada medular ni en Nelson Castro ni en Marcelo Longobardi que uno pueda repensar una vez que los escuchó y analizó. Todo está implícito en las preguntas retóricas y en el discurso de pobre vocabulario de Longobardi.
Tal vez hay preguntas que todos nos hacemos y con las que coincidimos, pero la forma de hacerlas es incorrecta y los medios empleados son muy pobres.
Para estar frente a un micrófono o una cámara hay que tener algo que decir además de fastidio o de responder a determinadas pautas empresariales. Y no engañar ni a oyentes ni a televidentes con discursos, si no falaces, faltos de contenidos. Ya sabemos que son opositores, especialmente Nelson Castro. Sería muy positivo que demostrara algo más con preguntas sustanciosas que nos engancharan en el repensar. Y que Marcelo Longobardi aprendiera lo antes posible de memoria todo el diccionario de la Real Academia.