CATACLÍSMICO REGRESO
Marcelo
Tinelli, luego de más de 400 días de ausencia de la pantalla chica, regresó con
un supershow, a su manera, en la noche del lunes 28. Ciertamente, lo
esperábamos dado que esa noche no habría jurados ni participantes. Solo show.
Era lo “bueno”. Pero aparecieron sus gastados chistes con Adrián Suar, si podía
ingresar al estudio ahora de propiedad de un empresario kirchnerista con una
baja proporción societaria de Tinelli, sus burlas a Susana Giménez (“este año
no vamos a hablar de política” pero habló de “Fútbol para todos” y de
Capitanich), su autoreferencia familiar (emotiva por tratarse de su hijo
Lorenzo, nacido hace pocas semanas), y el mismo “público”(amigos, doctores en
medicina, en abogacía, contadores).
Todo
esto fue después de un despliegue cataclísmico, donde apareció en primer
término una filmación de un náufrago, las costas del sur, luego un grupo
bailando en el Calafate, otros en Talampaya (chicas semidesnudas y curvilíneas,
hermosas), algo de Jujuy… Un caleidoscopio humano que no se entendía para qué,
sí, fue lindo, pero qué sentido tenía. Fue un miniturismo en segundos como para
dar la idea de que los supuestamente 20 mil pesos que cuesta el “segundo
Tinelli” en televisión sirven para algo. Y todo se fundió en los efectos
lumínicos de una de las tres o cuatro pantallas que se importaron para caer así
en el estudio.
Tampoco
hubo mayor coherencia pero sí una sucesión de artistas notables sin guión
alguno, desde Hernán Piquín y uno d e los cuadros de su próximo espectáculo, a “Fuerza
Bruta” y sus notables efectos especiales, a cuatro grandes voces argentinas
cantando en castellano (Sandra Mihanovich, Valeria Lynch, Lucía Galán y Marcela
Morelo) en medio de una nube de humo blanco que suele ser tóxico, de pronto
(hay que reconocerle la sincronización) a Karina la princesita cantando a
capella una maravillosa versión de Hey Jude en inglés con el acompañamiento rítmico
de un violoncello electrónico. Se
notaba que las cámaras no tenían “tiro”, es decir, por más que intentaran “planos
secuencias” en ese momento no se podía, no daba, uno veía un pastiche de gente
haciendo cosas lindas pero sin entender para qué estaban todos. Como quien no
quiere la cosa, apareció parte del Coro Estable del Teatro Colón cantando un
fragmento del Cármina Burna de Carl Orff,
una de las piezas más exigentes que existen, surgidas de este compositor alemán
considerado un terrible nazi, que
apoyó el antisemitismo y estuvo codo a
codo con Hitler.Pero, bueno, esto no lo saben. Todos amuchados, juntitos,
uno a continuación del otro. La cámara zenital apareció cuando cientos de
personas, vestidas de smoking, empezaron a saltar al ritmo de una canción en
inglés, nuevamente, y bailaron el “pogo”, el saltito que aterroriza a los
vecinos de Núñez cuando aparece algún recital en el estadio River Plate. Alrededor
de las 23.16, cuando ya había aparecido a las 23.03 Tinelli en pantalla, hubo
el primer plano secuencia que nos dio idea de la dimensión del estudio de Ideas
del Sur, el mismo de siempre, lejos de ser el mayor estudio de Latinoamérica. Y
se repitió a las 23.35, en un alarde de cinematografía de escuela de cine que
no estuvo mal. A favor, el director del programa sincronizó las cámaras de
manera tal que el pase caótico, cataclísmico, de un número a otro, fue correcto.
Llegó
luego el pase de factura entre Adrián Suar y Marcelo Tinelli, previsto,
autoguionado, más de lo mismo. Siempre se “odian” pero negocios son negocios,
entendemos y, al “Chueco”, Tinelli le salva el rating que no logra con sus
productos Pol-ka . Y finalmente el remedo de “Qué pasó ayer?”, una gran comedia
americana. Visualmente, estuvo lograda, el caso es que no hubo remates en los
sketches. Paupérrimo el de Jorge Lanata y Marcelo Longobardi que parecía no
saber qué responder, insólito el de Dady Brieva con un final a sonrisa
escandalosa para mostrar su nueva dentadura, y un desaprovechado Carlos
Belloso, gran actor, como el policía malo que los detiene en la ruta. Hermosa,
sí, la recepcionista del costoso hotel de puerto Madero, Guillermina Valdéz,
antes de dar a luz.
Adláteres
de Tinelli haciendo las veces de claque, gritos, bravos. Lo mejor fue el show
de Martín Bossi en el cierre que forma parte de su “Bossi Big Bang Show”, éxito
rotundo en la calle Corrientes. Notable artista que ciertamente le debe su
popularidad a la aparición en los programas de Ideas del Sur. Marcelo Tinelli
arrasó con el rating, 30 puntos de promedio pero no le alcanzó a Canal 13 para
derribar el rating diario, aunque fue por décimas, de Telefé.
Nos
pareció un supershow sin ton ni son, con valiosísimos artistas desaprovechados,
sin relación alguna entre sí y con lo que veremos a partir de este martes,
jurado y participantes, peleas berretas y todo lo que ya conocemos.
Elsa Bragato